Pablo Ramírez Puga / EXPRESIONES
Leí un diálogo en redes sociales entre dos amigos, uno periodista y el otro un experimentado político oaxaqueño, me refiero a Felipe Sánchez y a Jesús Martínez Álvarez, quienes dilucidaban los recientes hechos, acuerdos y resoluciones que se han dado entre el gobierno estatal y la Sección 22 de la CNTE.
Felipe comentó que la reforma educativa agonizaba en Oaxaca, a lo que complementó Jesús: Nació muerta.
Dos enfoques diferentes, pero ambos certeros, que ponen al incipiente gobierno de Alejandro Murat como un gobierno más “doblegado” por las presiones y compromisos políticos con la CNTE y la Sección 22.
Murat Hinojosa mostró desde el inicio de su mandato condescendencia con la dirigencia magisterial y al cambio de ésta, mantuvo el acercamiento y atención a sus demandas. Sin embargo, cuando por falta de coordinación en su agenda política tuvo que ausentarse y dejar plantado a la nueva dirigencia, el nuevo líder, Eloy López, aprovechó la coyuntura para hacer patente sus métodos de presión y chantaje político y amenazó al “incumplido” gobernador oaxaqueño.
A su regreso Alejandro Murat se reunió ipso facto con la nueva dirigencia en Palacio de Gobierno, en donde tuvo que soportar los gritos y consignas de la prepotencia magisterial. Al siguiente día se reunieron nuevamente en las instalaciones del Teatro Macedonio Alcalá, en donde la Sección 22 exigió: Libertad a sus presos políticos, atención a los normalistas, pago a los maestros regularizados y cancelación de las órdenes de aprehensión en contra de sus líderes.
Todo se lo concedió Murat. Un juez dejó ya sin cargos a los ex líderes de la Sección 22: Othón Nazariega, Aciel Sibaja, Efraín Picazo, Francisco Villalobos, Heriberto Margarito y por supuesto, Rubén Núñez.
También comprometió mil plazas más para maestros.
Atención a normalistas. Solo faltó la abrogación de la reforma educativa que implícitamente se concedió ante la cesión completa a las exigencias de la sección 22, aunque por ser ésta una ley federal su vigencia tiene otra dimensión en todo el país.
Así pues, le asiste la razón a quien opina que la reforma educativa “nació muerta” en Oaxaca y también que sufre sus estertores de muerte.
Murat y la Sección 22 le han dado la puntilla, aunque podrán decir lo contrario en un afán de seguir la misma simulación que sexenio tras sexenio hemos escuchado durante más de 30 años, desde que Heladio Ramírez López confió en los maestros y les dio todo el control de la educación en el estado. Los demás gobernadores solo han negociado los compromisos y las concesiones otorgadas creando un muro de impunidad y corrupción que sigue obstaculizando el desarrollo educativo del estado…
 
 
 
 
 
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